Valle de Zongo

Valle de Zongo
Vista de la parte baja de Zongo

lunes, 9 de noviembre de 2009

El levantamiento de Zongo de 1623 en contra la colonización española

En tiempos de la colonización española, Zongo estaba reducido a una encomienda cocalera. Los zongueños estaban obligados a pagar una tasa excesiva, principalmente en coca, al encomendero español.
A partir del siglo 17 se intensificó la presencia de españoles y mestizos rescatadores de coca, quienes también traían productos como charque, vinos y chuño a precios de trueque muy excesivos, lo que hicieron endeudar y empobrecer vertiginosamente a los zongueños.
Para colmo, la situación empeoró más aún en 1623, cuando el Virrey del Perú, Diego Fernándo de Córdoba conocido como Marques de Gualdalcázar permitió que el corregidor de Larecaja, Luis de Ulloa, hiciera una entrada a Tipuani para buscar oro con mano de obra de Zongo, Challana y Simaco. En el pueblo de “Songo” vivía Gabriel Guaynaquile, originario del lugar y por ser bilingüe (aymará-castellano) fue nombrado por el corregidor anterior para ocupar el cargo de Contador y luego, fue ascendido al cargo de cacique-gobernador por el actual corregidor Luis de Ulloa. Su cuñado Gabriel Hayla pasó a ocupar el cargo de Contador. Ambos fueron llevados a la fuerza con los demás zongueños a las minas de Tipuani.

Marques de Guadalcázar

A la vuelta de las minas y con la seguridad de volver el siguiente año, los naturales encontraron a los terribles rescatistas exigiéndoles hasta el doble de las cosechas, aún sabiendo que ellos habían estado fuera de sus chácaras debido a los trabajos forzados en las minas, motivándoles a planear una rebelión a la cabeza de Gabriel Guaynaquile y su cuñado Gabriel Hayla.
El levantamiento comenzó el 11 de diciembre de 1623 cuando mataron a un rescatista de nombre Salvador de Palos y luego aprisionaron en Onopaya al cura doctrinero Diego Patiño. Al amanecer del día 16 de diciembre atacaron a los españoles en el pueblo de “Songo” tomando el control del pueblo y de la región.
Para hacer frente a la rebelión, el corregidor Luis de Ulloa reunió 60 hombres con 28 arcabuces y dieciocho libras de plomo conforme descrito por Waldemar Espinoza en su libro “Temas de Etnohistoria Boliviana, publicado en 2003 por Ediciones Cima. Pero el corregidor solo llegó a un cuarto de legua del Pueblo de “Songo” no pudiendo avanzar más debido a las cuestas casi intransponibles y a las posiciones defensivas muy ventajosas de los nativos. Temiendo por sus vidas, el ejército español tuvo que retirarse.
Mediante carta enviada al pueblo de “Songo”, el obispo de La Paz, Don Pedro de Valencia convenció a los alzados que liberasen al cura Patiño. Mientras tanto, Gabriel Guaynaquile se había consolidado como líder máximo del levantamiento en contra el dominio español pasando a vivir en la casa que perteneció al teniente-corregidor. En la plaza del pueblo de “Songo” hizo levantar un trono de donde gobernaba a los zongueños, autonombrándose como el nuevo inca.
En un cabildo abierto llevado a cabo en la ciudad de La Paz se decidió enviar a Zongo al Padre Definidor, Fray Bernadino de Cárdenas, para apaciguar aquella región. Cárdenas, un franciscano criollo, quechua-aymara hablante, quien años antes fue misionero entre los lecos y años después ejerció el cargo de Obispo del Paraguay aceptó la comisión con la condición de que se perdonase a los songueños alzados.

Fray Bernardino de Cárdenas
fuente: Priewasser, W. "El Ilmo. don fray Bernadino de Cárdenas".
Fondec y Academia Paraguaya de la Historia, Cochabamba 1999

Según las crónicas, Fray Cárdenas convenció a los nativos a que depusiesen sus armas ante las autoridades españolas con la promesa que no serian castigados. El 24 de agosto de 1624 Gabriel Guaynaquile y los que le acompañaban entregaron sus armas y se rindieron a Pedro de Lodeña, Justicia Mayor de La Paz y excorregidor de Larecaja, quien en esta ocasión fue nombrado “Maestre de Campo” por el virrey Guadalcázar.
Al amanecer del día 5 de octubre del mismo año, Pedro de Lodeña contradiciendo lo prometido a Fray Cárdenas, ahorcó en la plaza del pueblo de “Songo” a los dos Gabrieles y a otros 4 líderes de la sublevación. Sus cuerpos fueron descuartizados y desparramados sobre el camino hasta la cumbre como advertencia de la corona española para que no se vuelvan a sublevarse. Este trágico hecho puso fin al levantamiento de Zongo que había durado cerca de 9 meses.
 por: Wanderson Esquerdo B. (Derechos Reservados, prohibida la reproducción sin autorización del autor)

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